Desprenderse generosamente de las aspiraciones personales en función de la Causa Nacional no es precisamente una consigna común en estos días.
Los acuerdos en vistas de octubre han amontonado en diversas expresiones a compañeros que blandiendo banderas progresistas se arrinconan en lugares insospechados hasta hace pocos meses.
La foto de Sola junto a Macri y De Narvaez podría ser un ejemplo de ello, aunque si miramos un poco más allá de la superficie, en la que Felipe supo mantenerse como un corcho - recuérdese su paso como funcionario por los gobiernos de Menem, Duhalde, Ruckauf y Kirchner-, la esencia es la misma.
A la hora del “donde me pongo?” de algunos compañeros de la provincia de Buenos Aires, ha primado la lógica del amontonamiento conveniente, tan funcional a opositores ”propios” (lease Solá- De Narvaez ) como a la heterogénea oposición (Carrió –etc,etc,etc.) que sin mucho pudor y nada de asquito juntan “lo que Venga” para intentar una aventura electoral disfrazada de proyecto nacional.
Pero no se puede hablar de traiciones, no hay traición sin lealtades previas y la condición de “estoy porque es buen negocio” los convierte en mercenarios de la Política y por supuesto los mercenarios, en realidad no están con nadie; por lo tanto lo que nunca sumó tampoco resta.
Por esta razón la lealtad-siempre de ida y vuelta- es la condición “sine qua non” a la hora del armado de un proyecto serio. Y la lealtad no debe ser entendida como acompañamiento ciego o genuflexo, debe ser consecuencia de la comunión ideológica y la comprensión cabal que el ejercicio del poder, en cualquiera de sus formas políticas debe llevarnos indefectiblemente a la felicidad de nuestros compatriotas. Equivocar este rumbo si es una gran traición.
Los acuerdos en vistas de octubre han amontonado en diversas expresiones a compañeros que blandiendo banderas progresistas se arrinconan en lugares insospechados hasta hace pocos meses.
La foto de Sola junto a Macri y De Narvaez podría ser un ejemplo de ello, aunque si miramos un poco más allá de la superficie, en la que Felipe supo mantenerse como un corcho - recuérdese su paso como funcionario por los gobiernos de Menem, Duhalde, Ruckauf y Kirchner-, la esencia es la misma.
A la hora del “donde me pongo?” de algunos compañeros de la provincia de Buenos Aires, ha primado la lógica del amontonamiento conveniente, tan funcional a opositores ”propios” (lease Solá- De Narvaez ) como a la heterogénea oposición (Carrió –etc,etc,etc.) que sin mucho pudor y nada de asquito juntan “lo que Venga” para intentar una aventura electoral disfrazada de proyecto nacional.
Pero no se puede hablar de traiciones, no hay traición sin lealtades previas y la condición de “estoy porque es buen negocio” los convierte en mercenarios de la Política y por supuesto los mercenarios, en realidad no están con nadie; por lo tanto lo que nunca sumó tampoco resta.
Por esta razón la lealtad-siempre de ida y vuelta- es la condición “sine qua non” a la hora del armado de un proyecto serio. Y la lealtad no debe ser entendida como acompañamiento ciego o genuflexo, debe ser consecuencia de la comunión ideológica y la comprensión cabal que el ejercicio del poder, en cualquiera de sus formas políticas debe llevarnos indefectiblemente a la felicidad de nuestros compatriotas. Equivocar este rumbo si es una gran traición.
No hay comentarios:
Publicar un comentario