Por Daniela Bambill
Año 1945 un Coronel del ejército comenzaba a ganar el afecto incondicional de las masas populares, él había puesto el ojo en ese grupo de gente que hasta ese momento tenía vedada la actividad política, vivían al margen, la miseria cotidiana, el hambre en el país productor de alimentos era natural y sobrevivir en ese cotidiano era suficiente. Los negros no tenían derecho a decidir el futuro de la patria, de ello se encargaban los doctores de rigurosa levita y doble apellido que para eso habían nacido y estudiado.
Las políticas nacionales y populares comenzarían a desvelar a los doctores y eso que llaman ideología que había separado hasta el momento a los conservadores del comunismo a los radicales de las fuerzas armadas comenzaba a diluirse porque la patria así lo pedía… Había que evitar que esa masa amorfa y sin cultura ocupara los lugares reservados para la elite.
La Unión Democrática constituida por el Partido Comunista, el Socialista, la U.C.R, la Federación Universitaria Argentina, la Sociedad Rural, La Unión Industrial, La Bolsa de Comercio y los Sindicatos opositores no dudaron en unir fuerzas frente a la propuesta de un modelo de país inclusivo en el cual la distribución justa de los ingresos no sería un slogan propagandístico sino una realidad molesta que daba por tierra con los privilegios. Y tuvieron su apoyo en el Tío Sam, que le envió a su hijo dilecto en cuestiones que tenían que ver con esta tierra de bárbaros.
Año 2008 un ciudadano cualquiera viendo televisión se preguntará a menudo qué puede unir a personajes tan diferentes como Carrió, Ripoll, Macri, Chiche Duhalde, Castells, De Angelis Lopez Murphi , Llambías, Bussi, Miguens y la lista sigue. Según el estado de ánimo de nuestro amigo televidente puede imaginar que la magia de la tv ha logrado lo impensable, y se prepare para disfrutar un baile erótico en el cual Carrio Chiche y Ripoll se disputen la corona de reina del caño.
Estos dirigentes que nada tienen que ver en principio siguieron la misma lógica “anti” que unificó a la Unión Democrática, frente a la falta de propuestas concretas y la evidencia de acciones tendientes a reposicionar al Estado como garante insustituible de los intereses de la mayoría del Pueblo de la Nación se unen no por amor sino por el espanto que les provoca la pérdida de privilegios que implica un pueblo nuevamente comprometido y politizado a pesar de las políticas de los ’90 que lograron devastar las fuerzas participativas de muchos cuadros que recluyéndose dieron lugar a la aparición de mamarrachos mediáticos ungidos en dirigentes de vaya a saber uno que intereses, seguro que populares y nacionales no.
El individualismo como un cáncer social fue ganando la idea de que el progreso personal era la forma de sobrevivir frente a las crisis tanto endógenas como exógenas, la mayoría hoy comienza a pensar que solo el progreso colectivo garantiza la sustentabilidad de un Proyecto Nacional y Popular y esto genera espanto en los histórico enemigos del pueblo.
Hoy el Tío Sam, bastante baqueteado, no tiene hijos dilectos con nombre y apellido que desembarquen en los salones de la oligarquía tratados como héroes nacionales, el arma está en los medios de comunicación que solo conocen la lógica del mercado.
Así asistimos a la amenaza de un nuevo look out patronal anunciado histéricamente por un De Angelis excitado por su adicción a los micrófonos, así nos sorprendemos frente a los augurios apocalípticos de la pitonisa devenida en dirigente popular, así nos preparamos para el ataque del lumpenaje que vaticina un De Narvaez, con sonrisa de James Bond desde sus carteles callejeros, invitándonos a jugar al Carmen San Diego con su Mapa mágico. Todos y cada uno recurre al inconsciente colectivo y a lo que se supone que la gran mayoría quiere escuchar, pero ninguno propone el cómo resolver los problemas.
El desafío está en la militancia cotidiana, en el cara a cara con cada ciudadano dispuesto a escuchar y a sumarse al proyecto que propone un Modelo de País para todos y todas, ese proyecto comenzó el 25 de mayo de 2003 y hoy tenemos la obligación patriótica de defender su profundización.
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