miércoles, 10 de febrero de 2010
80 Aniversario del natalicio de Carpani
80º aniversario de Ricardo Carpani
Por Jorge Gottling
Estaba genéticamente diagramado para pintor y no pudo evitarlo, pero sí postergarlo. Ricardo Carpani se definía como un plástico tardío: no tuvo academia y su marco de referencia fue un abuelo que pintaba sólo en domingo. Nació en el Tigre, en 1930, y su infancia y adolescencia transcurrieron en una atmósfera mansa, sin relación directa con el arte. A contrapelo de su destino, Carpani frecuentó con poco entusiasmo la vieja Facultad de Derecho de la que egresó por aburrimiento. Tras la muerte de su padre, parte a la aventura europea, con más proyectos que dinero. En París, sobrevive a lo inmigrante, en oficios diversos, hasta que aterriza en los atelieres del otro lado del ojo y del pincel, para trabajar como modelo. Entonces detona la vocación. A su regreso a Buenos Aires, en el 52, ingresa al taller de Emilio Pettoruti, al tiempo que comienza su maduración ideológica. Carpani funda el movimiento Espartaco -con Bute, Sessano y otros- del que se aparta por diferencias conceptuales. La militancia, una constante en su historia y en su obra, puede presentirse bastante antes de lo que podía denominarse como su etapa de grafía política. Masas obreras en pie de lucha son los elementos protagónicos de la obra de aquellos años. Propietario de una nueva perspectiva plástica, Ricardo Carpani se distingue por su óptica más abarcativa. Identifica pintura y revolución, entendiendo que ése es el lugar que le corresponde al arte. Desde entonces, en todas sus etapas, su obra fue militante y comprometida. Lo plantea antes, en l964, con su visión diferente de un Martín Fierro ilustrado (Ediciones Programa). Advierte que Fierro está apresado entre dos opciones: la más sencilla, perpetuarse como mito, como evocación sin riesgos de un tiempo irrecuperable y concluido. La otra es la de establecer una vinculación de Fierro con el presente. Carpani ve, entonces, un gaucho plantado frente a la ley de vagancia, un peleador -en rigor, un combatiente- acosado, enorme, perdido pero invencible. Accede, casi por fatalidad, a su etapa afichista. Carpani recorre los sindicatos ofreciéndose a pintar murales -puños al viento, gestos crispados- que son elaborados gratuitamente, sólo con el costo de los materiales. Pero esa expresión rebelde y revolucionaria no se agota, en Carpani, con el cincel o la espátula: llegan, entonces, las palabras con las que el artista explica y se explica: Arte y Revolución en América Latina (1963) y El Arte y la Vanguardia Obrera (l965). En los años de plomo, el artista se exilia en París. Confiesa que, a veces, el exilio es destierro, lo vive catastróficamente. Forma parte de la Comisión Argentina de Defensa de los Derechos Humanos -también la integra Julio Cortázar- y alza su voz para denunciar la situación que imperó en la Argentina de ese lapso. Se queda diez años y allí lo acribilla el tango, como autoafirmación de la propia identidad. Fue entonces cuando Carpani recurrió a sus orígenes, la infancia, la adolescencia, el barrio, la simbología del porteño. Y el tango fue su escalera de incendio. A su etapa clásica (1952-1974) la calificó como la de la ilusión, la lucha y la esperanza. La del exilio fue la de los fantasmas y la recuperación de la memoria personal y de la infancia. A la tercera, a la que adscribió a su regreso, la dibujó como la etapa de los interrogantes, utilizando un lenguaje pictórico concreto y preciso. Sin dudas, aquella etapa militante de Carpani, encadenada a la inmediatez de los acontecimientos y con fuerte carga militante, fue la que fijó su imagen. No es menos cierto que el artista lega una obra tan amplia como amplia es la subjetividad humana. Incluye los temas universales, la mujer, el amor, la muerte, las lejanías, la niñez extraviada, las fracturas, algunas de ellas abordadas con formidable rigor y nitidez, en esa última etapa tanguística, acaso porque respondieron al tiempo interior de Carpani.
[Esta nota fue escrita por el fallecido Jorge Gottling para Clarín el día siguiente de la muerte de Ricardo Carpani, el 10 de febrero de 1997]
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