Por Daniel Gurzi
Nunca un proceso histórico, como el que vivimos, tiene una
explicación sencilla y unívoca, pero podemos plantear algunas
cuestiones a efectos dar el debate necesario, sincero y profundo,
dentro del movimiento nacional.
Para nosotros, la derrota del 28/J fue gestándose desde que se
decidió avanzar y consolidar el modelo: distribución de la riqueza,
la “125”, la ley de medios audiovisuales, el acercamiento a
Latinoamérica, entre otras medidas trascendentes que empezaron
a molestar a los sectores más reaccionarios de nuestra sociedad.
Creer que estos sectores se desprenderían graciosamente de sus
privilegios en beneficio del país y de los más humildes, era desconocer
nuestra historia.
El voto “no positivo” de Cobos y la derrota de la resolución
125, fue el corolario de una batalla perdida antes, en la calle, en la
opinión pública, en la discusión ideológica.
Se subestimó al enemigo en aquel momento y se lo volvió a
subestimar el pasado 28 de junio.
No se aprendió de aquella derrota, por lo que volvimos a perder
en la pasada elección.
La batalla cultural
Para nosotros una de las causa de esta derrota está en una batalla
que no dimos: la batalla cultural.
Años de penetración de las ideas neoliberales han hecho estragos
en sectores importantes de nuestra sociedad. Ese pensamiento
“colonial” se fue metiendo en la cabeza de nuestra gente. Así
muchas de las falacias del liberalismo fueron incorporadas al “sentido
común” de Doña Rosa. Si a eso le sumamos la despolitización
de amplios sectores –medios y populares- producto de los
errores de los políticos, pero también producto de una impresionante
campaña mediática para demonizar la política.
Un pueblo despolitizado, desorganizado y desmovilizado es presa
fácil para los sectores dominantes.
Construir un proyecto nacional
Como decíamos en editoriales anteriores, debemos generar un
proyecto político más sólido, que convoque y movilice a los peronistas
y a los sectores progresistas, que enamore a las mayorías
populares, a la clase media, a los jóvenes, a las mujeres, a los
trabajadores, a “Doña Rosa” que mira la política por TV.
Este espacio debe ser la base para sostener todo lo logrado y
avanzar en los objetivos que todavía faltan. Se trata de ir hacia
adelante, en una construcción que deje atrás el posibilismo de los
cantos de sirena que pregonan una vuelta a los noventa, pero también
alejado del infantilismo revolucionario del “todo o nada”.
En este número publicamos una serie de notas, muchas de ellas
muy críticas, sobre los sucesos del 28 de junio y sus consecuencias
futuras. No concordamos con todas ellas, pero creemos que
el debate de ideas debe ser amplio y que esta discusión enriquecerá
al movimiento nacional.
Si aprendemos de las lecciones de la derrota, esta será solo una
batalla perdida en la larga lucha de nuestro pueblo por su emancipación
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