Por Juan Manuel Pereira Benítez de la JP Causa Popular de Almirante Brown.
Discutir los 70´s es discutir política actual, pero deben repensarse ciertos ejes de debate aún hoy hegemónicos en la academia y en la militancia, en donde el romanticismo reivindicativo de la proletarización y peronización de los sectores medios juveniles, se cristaliza como idea fundante de un tiempo histórico pasado y presente. Continuar bajo este camino significa seguir alimentando el fuego de discusiones ya saldadas y teorías caducas como la “memoria completa” o “los dos demonios”, alejándonos de la discusión central hacia futuro, el PODER. La negación sistemática del conflicto político-social-económico-cultural-religioso, como motor de las transformaciones hacia el interior de toda comunidad, por una parte de la elite dirigencial de la partidocracia, es la clara evidencia de un legado asombroso, de la planificación maestra por parte del Bloque de sectores dominantes del país, que poco tuvo de liberal en términos abstractos, ya que la reducción de lo político a una mera administración de recursos financieros disponibles, no solo es la expresión más acabada del pensamiento conservador, sino la derrota fulminante que sufre el campo popular, pagando aún hoy las consecuencias. Carl Schmith expone con claridad magistral que lo político se compone de una dicotomía irreductible: la dimensión Amigo-Enemigo; que en este contexto, significa que la política se construye a partir de sujetos, que son fluctuantes, inestables en el tiempo y morfológicamente ambiguos. El politólogo Eduardo Salas, agrega a este esquema dos dimensiones dicotómicas más, el clivaje Público-Privado y Mando-Obediencia. El Proceso de Reorganización Nacional tuvo muy en claro estas cuestiones, construyo un sujeto político-militar como encarnación última de la ontología de la patria, un sujeto económico encarnado en el capital financiero y un sujeto moral a partir de la destrucción del tejido social, que tuvo como principales víctimas al movimiento obrero organizado, a las organizaciones libres del pueblo y a los movimientos nacionales y democráticos, en definitiva, la oligarquía sabe lo que quiere, proyecta, construye, calcula y actúa.Discutir el PODER, es discutir a partir de agentes reales, el campo popular pareciera estar aferrado a una idea monolítica del deber ser del Sujeto, seguimos discutiendo un futuro proceso de liberación nacional a partir de entidades abstractas, aferradas a un pasado remoto de glorias y violencia, que puede servir como mito unitario tal como lo exponía Sorel, pero que dista bastante de los actuales comportamientos sociales, en donde la lealtad y la ramificación de la política, depende de una de una red de favores interpersonales y comunitarios, y en donde el motor de la militancia no solo se dinamiza por el compromiso con la otredad, con lo cual no renunciamos a este ideal de acción comunitaria, solo planteamos que los actores reales y los incentivos políticos, son otros y esta es la victoria contemporánea de la dictadura. Jauretche lo exponía con justeza para horror de la Academia: “Es frecuente el error de oponer política idealista a política realista como una alternativa (…) ya que el realismo consiste en la correcta interpretación de la realidad y la realidad es un complejo que se compone de ideal y cosas prácticas”. Siguiendo el razonamiento de Kusch en “América Profunda” en donde se esboza el concepto de racionalidad geocultural del americano, podemos decir que no nos conformamos por preguntarnos por el SER, porque somos en la medida que ESTAMOS, nos caracterizamos por el ser-estando, entonces las cosas no SON así, ESTÁN así y las vamos a cambiar, y la ley de medios se constituye como la primera herramienta después de de 30 años para transformar el estado de cosas, para evitar la uniformización cultural de arriba hacia abajo como pretendió “El Proceso”, que entendió la fluctuación y la heterogeneidad de los SUJETOS políticos, planificando la previsibilidad del mismo, vía adoctrinamiento masivo a través de la radiodifusión. Ayer discutimos EL PODER, y discutir el PODER significa, discutir el SUJETO, discutir el AMIGO y el ENEMIGO, discutir el MANDO y la OBEDIENCIA, discutir lo PÚBLICO y lo PRIVADO, en definitiva, discutir la conducción material, intelectual y moral de las masas, como argumentaba Gramsci, es decir, la HEGEMONÍA, que puede ser OLIGÁRQUICA o NACIONAL. Sigamos discutiendo como ayer el PODER, a través de las transformaciones que requiere la desarticulación del liberalismo planificador del Bloque de sectores dominantes, la ley de entidades financieras, la ley de contrato de trabajo, la estructura de la propiedad agraria, la matriz energética nacional, el sistema de transportes, entre otras cosas, porque es tiempo de planificar la reconfiguración del PODER en la Nueva Argentina, dimos un paso, nos faltan cientos, pero este es el camino.
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