viernes, 13 de mayo de 2011

De liderazgos, lealtades, torpezas, y aclaraciones que oscurecen

  Por Daniela Bambill

 

“A mí se me presentan todos los días y me dicen: 'Estos son los traidores' y vienen otros y me dicen 'Los traidores son los otros'. Y yo siempre les digo lo mismo, porque todos lo que vienen me dicen '¡Pero nosotros tenemos razón!' y yo les digo 'Tal vez, pero yo no soy juez, no estoy para darles la razón. Yo estoy para llevarlos a todos, buenos y malos'. Porque si quiero llevar sólo a los buenos me voy a quedar con muy poquitos.” Juan Perón
 
Estamos asistiendo a una etapa histórica como hacía años no se daba en el País, no es casual, no es exclusivo de los logros en materia económica, del avance sobre la desigualdad social, del posicionamiento regional de Argentina, de ocho años de crecimiento sostenido, de un proyecto claro con políticas de estado pautadas de manera taxativa en función de un Estado que ha demostrado tener como objetivo supremo la igualdad de derechos en la simple y cotidiana tarea de hacer.
No es exclusivo de todo esto, que quienes apoyamos a este Gobierno militamos arduamente para sostener y profundizar, esta etapa  es histórica y única porque tiene como muy pocas en la historia de la Nación un liderazgo político indiscutido, aún los detractores más rabiosos reconocen en Cristina Fernández un adversario casi imposible de vencer.
Las movidas de los dirigentes opositores dejando a un lado sus intenciones de candidatearse a Presidente  reflejan la impotencia frente al liderazgo y la poca vocación política de quienes supusieron a la luz del carnaval nacido en los ’90 que bastaba con una buena asesoría en marketing para liderar y conducir espacios de poder, en esa década frente a la mediocridad de los dirigentes que ocupaban las marquesinas, cualquier pelafustán con dinero llegaba a convertirse en “político”.
El cambio de paradigma es un hecho concreto difícil de visualizar por quienes lo viven, la real dimensión de los cambios históricos se adquiere con el correr del tiempo, parece verdad de perogrullo, pero solo pocos hombres y mujeres son capaces de avizorar esto, ejecutarlo y guiar el rumbo, y es eso precisamente lo que los convierte en líderes.
Cuándo está todo por hacerse, cuándo no hay rumbo claro, cuándo se comienza a reconstruir como en una catástrofe natural o bélica, desde las cenizas mismas de una Nación, no queda más remedio que arremangarse y trabajar, allí en esa tarea comienzan a tejerse las redes de lealtades explícitas e implícitas, en ese preciso instante de reconstrucción no hay demasiadas ambiciones personales en el sentido más egoísta de la expresión, pero esto no es sorprendente, muy pocos son diestros  en la faena de poner todo al servicio del otro sin saber a ciencia cierta los resultados en la inmediatez que urgen los tiempos del hambre y el desempleo. Y siguiendo esta lógica de razonamiento, es más cómodo encolumnarse detrás de quién conduce en la tempestad el barco averiado.
Cuándo la reconstrucción es un hecho concreto, cuándo el camino está allanado, las alimañas identificadas, renacen las fantasías de aquellos que considerando sus intereses y argumentos como los únicos válidos aportes a la causa intentan reacomodar el tablero aún pateándolo y desarmando la jugada magistral que los llevó a la posición que garantiza el triunfo colectivo.
Los agravios y las diferencias pasan a ser moneda corriente y las lealtades se convierten en moneda de cambio barata y berreta, tan efímeras como las convicciones que dicen poseer  quienes  azuzan hasta el hartazgo por una porción ínfima del gran banquete que significa una Patria Libre Justa y Soberana para todos.
Nadie se erige en líder por voluntad propia, nadie se autoproclama estadista, la historia es implacable con los torpes y soberbios…
Atravesamos una etapa única, como muy pocas en la historia de la Nación, la voluntad popular ha erigido una líder clara, sin condicionamientos ni cuestionamientos mezquinos. No hay lugar para dos liderazgos, no hay lugar para dos conducciones. Quién quiera dar pelea la de con las armas que la democracia nos brinda, sea opositor o aliado. Las presiones, los contubernios y las explicaciones que oscurecen son anacrónicas para un pueblo que ha aprendido a leer más allá de los renglones escritos por los iluminados…

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