domingo, 15 de febrero de 2009

Ladran Sancho, señal que cabalgamos...


Por Daniela Bambill

Hace unos días, en razón del viaje de la Sra. Presidenta Cristina Fernández de Kirchner al reino de España y su denso protocolo, un pelafustán ibérico con título de periodista, tildó a la Sra. Presidenta como “la reina del botox” e hizo mofa del cuidado por su aspecto y su forma de lucir, digno de cualquier mujer , para regodeo de vernáculos pelafustanes que por supuesto hicieron “mutis por el foro” cuando al otro día la Compañera Cristina, en Tartagal estaba haciéndose cargo, como corresponde a su investidura de la angustia de nuestros hermanos salteños.
Con su menuda figura en medio del desastre, conservando su natural coquetería con algún gesto nervioso al arreglar su pelo totalmente mojado por la lluvia, tenía sus pies en el barro y mientras se daba tiempo para consolar con afecto a las personas que la rodeaban y soportaba con comprensión algún insulto, anunciaba el plan de obras necesarias para esta gente que lo ha perdido todo.
Hay palabras cuya acepción es privativa de quién las pronuncia, solidaridad es una de ellas. Algunos suponen que es dar lo que les sobra, otros creen firmemente que es compartir, otros ( los menos), creen que es darse a sí mismos o sea, compartir el bien más preciado.
Lo cierto es que la reacción más inmediata y característica de los argentinos es ser solidarios de una u otra manera, lo importante es el compromiso con los otros.
La Sra. Presidenta sabe, como dicen nuestros paisanos, que solamente se deja huella asentado la pata en el barro y en esa imagen demostró su esencia militante más allá del cargo que ostenta .
Quienes acompañamos este proceso entendemos que poner el cuerpo es la verdadera forma de militancia, esa que nos enseñó Evita aunque esto implique la crítica quisquillosa de periodistas foráneos que no entienden la idiosincrasia de nuestro pueblo.
Si encarnara de la tinta del ilustre Manco de Lepanto la figura del arquetipo de la Hispanidad, Don Alonso Quijano, El Quijote de la Mancha, daría de patadas en el culo al pelafustán que se atrevió a mofarse de tan bella Dama.

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