domingo, 3 de julio de 2011

El informe Pisa, la calidad educativa y los medios… ¿Qué se está evaluando en realidad?



Por Daniela Bambill

El Ministro de Educación Alberto Seleoni acaba de anunciar que se destinarán 450 millones de pesos en la profundización del Plan mejoras de la escuela secundaria, esto implica que se invertirá en tutorías, clases de apoyo y más horas por docente en las instituciones, 6.000 establecimientos se sumarán a los 3.500 que ya forman parte del Plan Mejoras, orientado a incluir a los adolescentes que están fuera del sistema educativo y acompañar a quienes se encuentran en riesgo de abandono, entre otras cosas.
Este anuncio de inversión se contrapone con los titulares catástrofe y el poco creativo slogan de “Mala nota para la Argentina en Educación” que han generado los medios hegemónicos para fotografiar el estado de la educación pública como punto flaco de esta gestión de Gobierno en tanto los resultados de la evaluación PISA 2009 que se realiza internacionalmente.
Es necesario contextualizar y describir la evaluación que ha sido coronada mediáticamente como parámetro de referencia global de los sistemas educativos y ha recibido críticas y objeciones en todo el mundo ya que responde a los parámetros del  mercado, desde la concepción utilitaria de la educación, el Informe Pisa es un elemento más de la extensión del discurso neoliberal que  se ha ido imponiendo en la educación: un discurso que habla de estándares, liderazgo, calidad total, excelencia, “rendición de cuentas”... y que está suplantando los viejos ideales igualitarios de la educación por criterios economicistas.
 Esta evaluación   se realiza  en los cursos superiores de la escuela secundaria, con alumnos  que cuentan entre 16 y 18 años de edad, que en el caso argentino, han  transitado su escolaridad por diferentes reformas del sistema educativo.
Si se tiene en cuenta, por ejemplo, que este año está finalizando recién el último año de lo que se denominó Polimodal, producto del desmembramiento de la escuela secundaria a partir de la Ley Federal de Educación sancionada durante el Gobierno de Carlos Menem, mediante la cual se había logrado el vaciamiento en tanto contenidos curriculares y la destrucción sistemática de la Educación Técnica como necesidad de un modelo económico de desindustrialización, desempleo y exclusión, deberíamos preguntarnos qué es lo que se está evaluando realmente.
Según el relato instaurado desde los medios hegemónicos la evaluación arroja índices de baja calidad educativa y estos índices son responsabilidad exclusiva del gobierno nacional.  Es en este sentido que es necesario  aclarar que la evaluación que se está realizando aun sobre los efectos de la ya mencionada Ley Federal de Educación sancionada en abril de 1993 y derogada a en 2006 con la Ley de Educación Nacional.
La Ley Federal de Educación fue la receta de los organismos internacionales mediante la cual se buscaba  bajar el gasto público en Educación, y apuntaba a la segmentación social mediante,  una formación avanzada, para el ejercicio del poder y una formación básica, que educa en la sumisión, para quienes ejecutan órdenes o realizan tareas burocráticas. La escuela se convertía así en “reproductora de roles” según estructura jerárquica de la sociedad, siendo así uno de los más eficaces “aparatos ideológicos del Estado”, como bien lo definía Althuser, al servicio de los intereses de la clase dominante.
En materia educativa los cambios no se producen con la mera sanción legislativa, sino que son producto de un proceso que se extiende en el tiempo, por consiguiente no son plausibles de ser evaluados en el corto plazo.
No obstante las medidas que se han tomado, como la Ley de Financiamiento Educativo que garantizó el aumento que ha llevado al 6% del PBI el presupuesto, la sanción de la Ley de Educación Nacional que posicionó a la educación como un bien público provisto y garantizado por el Estado,  la unificación del sistema educativo nacional recuperando la escuela primaria y secundaria, la Ley de Educación Técnico Profesional como herramienta de recomposición del tejido industrial, programas como Conectar e Igualdad que apuntan a eliminar la brecha en materia de alfabetización virtual e inserción de todos los sectores en el uso de las Nuevas Tecnologías de la Comunicación, la Asignación Universal por Hijo que contribuyó de manera revolucionaria al aumento de la matrícula escolar, los últimos anuncios del Ministro de Educación,  constituyen la matriz de inclusión a partir de la Educación Pública como  firme decisión de este proyecto de gobierno de profundizar en los avances en materia de Justicia Social.
La Educación en este sentido es espejo del  cambio de paradigma producto de la voluntad política de un Proyecto  de País inclusivo, pese al recorte de una realidad teñida de nostalgia que pretende imponerse en letras de molde como verdad absoluta a partir de un informe que, en última instancia, solo viene a ratificar que las recetas impuestas por los organismos internacionales  en materia educativa se da de bruces con el sueño de la Patria Libre Justa y Soberana por la que estamos trabajando desde el 25 de mayo de 2003.

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