domingo, 25 de julio de 2010

Mamá contame de Evita...



Por Daniela Bambill
Seguramente en este texto no encuentren razones políticas ni análisis histórico, no leerán argumentos doctrinarios. No es la idea.
Yo no quiero hablar de Eva cómo la abanderada de los humildes, la Jefa espiritual de la Nación, no quiero hablar de esa Evita que todos amamos y reconocemos.
Quiero hablar de esa mujer que me subyugó desde que mi abuela me contaba sobre ella, mi abuela que jamás militó en política y era una ama de casa como tantas otras.
Mi abuela me contó que gracias a Evita, ella comió carne por primera vez todas las semanas, y que hasta se fue a verla en su último discurso, porque “Evita era como nosotros”, decía.
Ese era como nosotros, ese sentir popular identificándose con una mujer que como ellos salió del barro iba mucho más allá. Evita le ponía el cuerpo a la política.
El compromiso no quedaba en manifestaciones, logró romper el status quo en instalar la idea de Justicia Social desde las tripas, la dignidad no constituía una entelequia para ella.
Evita probablemente no entendiera de “consensos”, cómo iba a intentar consensuar con aquellos que querían mantener sus privilegios a costa del sufrimiento del pueblo, cómo se puede consensuar con intereses diametralmente opuestos. El consenso es un invento de la oligarquía para mantenernos quietitos y anestesiados. Seguramente esto no es políticamente correcto decirlo, ni escribirlo… Pero no creo que ella fuese políticamente correcta y eso fue precisamente lo que la hizo grande.
Muchas de las razones de su lucha para las nuevas generaciones hasta resultan inconcebibles, contarle a mi hija, por ejemplo, que las mujeres no teníamos derechos civiles y ver su cara de sorpresa e incredulidad me trae en lo cotidiano la magnitud del hecho histórico.
Evita torció el rumbo definitivamente, tal vez los años de oscuridad que siguieron a su existencia hicieron muchas veces suponer que la lucha por los derechos sociales era en vano, que el egoísmo oligárquico compartido muchas veces por la clase media y su mezquindad movida por la necesidad de pertenencia a una clase a la que nunca podrían alcanzar, nos había ganado la compulsa para siempre.
Sin embargo, 58 años después seguimos levantando su nombre como bandera, seguimos movilizados por las mismas razones que ella. Hoy no estamos solos, no somos minoría, millones de argentinos entienden que la única manera de construir una verdadera Nación es a través de la Justicia Social, qué la caridad es sinónimo de violencia simbólica, que la dignidad no se contabiliza monetariamente, que los derechos del pueblo no se negocian.
Uno siembra toda su vida y no siempre se ve la cosecha, un amigo me dijo una vez, ¿estás dispuesta a trabajar toda tu vida por algo que a lo mejor no te da la posibilidad de ver los resultados? Tal vez, como soy docente entiendo algo de eso, los verdaderos resultados no se ven en el corto plazo, pero años después encontrar un alumno que recuerda las clases de literatura como un oasis de liberación del pensamiento me hace sentir que no fue en vano. Tal vez por esa razón elegí la política como filosofía de vida y no como medio.
Mi abuela no pudo ver a Cristina en el sillón de Rivadavia, pero seguramente hubiese puteado ante cada ataque contra ella, hubiese dicho otra vez que las mujeres tenemos más pelotas que los hombres… “y si no mírala a Evita”, decía.
Eva no vio su nombre como bandera que conduce a la victoria, Eva no vio generación tras generación como su palabra se convirtió en estandarte de lucha y ejemplo a seguir. Pero creo que en el fondo lo sabía, sabía que la siembra da sus frutos tarde o temprano que la dignidad, una vez adquirida, jamás se pierde.
Mi hija admira a esa mujer y pregunta sobre ella fascinada al escuchar las respuestas… Y seguramente mis nietas y bisnietas harán lo propio… Y es ahí cuándo encuentro la respuesta a la pregunta que me hacía mi amigo hace un tiempo y me respondo, si vale la pena poner el alma en esto, si vale la pena pelearla todos los días desde todos los frentes.
Eva puede descansar en paz, ella marcó su huella sentando la pata en el barro.

3 comentarios:

Coqui dijo...

Me encantó eso de ponerle el cuerpo a la política y pasar de verdad al pragmatismo, no solo al discurso que solemos hacer los peronistas sobre el desprendimiento personal de Evita, que los politicos no solemos imitar en los hechos, porque corremos como el galgo, detras del cuero de liebre, ojalá las utopias, algunas al menos, se tranaformen en realidades, ojalá hagamos cosas y nos paremos sobre las convicciones y seamos entonces politicamente incorrectos y no unos especuladores permanentes segun soplen los vientos. Quedó bien claro!!!!

Coqui dijo...

Me encantó eso de ponerle el cuerpo a la política y pasar de verdad al pragmatismo, no solo al discurso que solemos hacer los peronistas sobre el desprendimiento personal de Evita, que los politicos no solemos imitar en los hechos, porque corremos como el galgo, detras del cuero de liebre, ojalá las utopias, algunas al menos, se tranaformen en realidades, ojalá hagamos cosas y nos paremos sobre las convicciones y seamos entonces politicamente incorrectos y no unos especuladores permanentes segun soplen los vientos. Quedó bien claro!!!!

daniel mancuso dijo...

Evita mostró el camino, y miles retomamos su ejemplo día a día, pero no descansa en paz, sigue trabajando desde arriba, sigue iluminando el camino...